La historia detrás de las huellas en la nieve que transformaron la vida de San Josemaría
2 de julio de 2025

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En la fría mañana de un invierno en Logroño, España, un joven Josemaría Escrivá, más tarde conocido como San Josemaría, tuvo un encuentro con la santidad que marcaría el rumbo de su vida. En un momento de reflexión y oración, una serie de huellas descalzas en la nieve despertaron en su corazón una pregunta decisiva: «Si otros hacen tanto por Dios, ¿yo no voy a ofrecer nada?». Este instante, tan sencillo como revelador, fue el inicio de un viaje que lo llevaría a fundar el Opus Dei y a convertirse en un ejemplo de santidad en la vida cotidiana. Hoy, su historia nos invita a descubrir nuestra propia vocación y a seguirle en el camino de la entrega total a Dios.

«Si otros hacen tanto por Dios, ¿yo no voy a ofrecer nada?.»

El hallazgo que cambió una vida
La historia de San Josemaría comienza un frío día de invierno en Logroño, donde, al caminar por las calles cubiertas de nieve, vio unas huellas descalzas que lo conmovieron profundamente. Eran huellas dejadas por un carmelita descalzo, cuya vida de sacrificio y entrega le recordó la importancia de seguir la llamada de Dios. “Si otros hacen tanto por Dios, ¿yo no voy a ofrecer nada?” pensó el joven de 16 años. Fue en ese preciso momento cuando sintió que Dios le pedía algo más grande: entregarle su vida. Este encuentro con la vocación lo impulsó a tomar la decisión de convertirse en sacerdote, un camino que implicaba sacrificios, pero también una profunda paz interior.

La reacción de la familia y el apoyo del padre
El descubrimiento de la vocación de San Josemaría no fue un camino fácil ni inmediato. Al contarle a su padre su decisión de ingresar al seminario, la respuesta fue emocional. Don José, su padre, se conmovió profundamente y, por primera vez en su vida, mostró su vulnerabilidad al llorar por su hijo. Sin embargo, lejos de desanimarse, le ofreció palabras sabias: «Piénsalo bien. Si te haces sacerdote, debes ser muy santo». Fue un momento crucial que reflejó tanto el amor paternal como la seriedad con la que San Josemaría se acercaba a su vocación. Don José, preocupado pero lleno de amor, buscó la orientación de un sacerdote amigo para guiar a su hijo en esta nueva etapa espiritual.

San Josemaría, un ejemplo de santidad en lo cotidiano
A lo largo de su vida, San Josemaría dedicó sus esfuerzos a destacar una idea esencial: la santidad se encuentra en la vida diaria. Su vocación no era un acto aislado, sino una llamada a vivir la fe en el trabajo, la familia y en cada acto cotidiano. Como él mismo decía: “Allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo”. Con su ejemplo y sus enseñanzas, invitó a todos a ver la presencia de Dios en lo ordinario y a transformar cada acción diaria en una oportunidad para amar y servir a Cristo.

La historia de San Josemaría nos recuerda que la vocación no es un llamado distante, reservado solo para unos pocos; todos estamos llamados a la santidad, y la respuesta está en lo cotidiano. A veces, los momentos más sencillos, como unas huellas en la nieve, pueden revelarnos el camino hacia Dios. Al igual que San Josemaría, todos podemos encontrar nuestra vocación en los pequeños gestos de amor, en la entrega a los demás y en la fidelidad a Dios en cada rincón de nuestra vida.

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