El secularismo
10 de agosto de 2024

En diversos temas se ha hablado sobre las corrientes ideológicas que, con muy contadas excepciones, nos han querido imponer por todos los medios, los que tienen cargos públicos, los dueños de grandes corporativos y las diversas plataformas de la comunicación (la prensa, la radio y la televisión, así como las llamadas “redes sociales”).

Un aspecto del que no se ha escrito en estas reflexiones es el secularismo, es decir todo lo que no forma parte de una base espiritual o religiosa del individuo.

Si bien en diversos países del mundo occidental existe una ley constitucional que separa a la Iglesia del Estado (y viceversa), ello no implica que deba establecerse una batalla frontal de un concepto contra otro.

Sin embargo, parece ser que el mundo secular de hoy es precisamente lo que quiere hacer, despojar al individuo de todo pensamiento espiritual y/o religioso, o por lo menos circunscribirlo al ámbito estrictamente privado.

El propósito de lo arriba señalado es hacer todo esfuerzo posible, usando formas y modos para erradicar y hacer a un lado a todos los ciudadanos que tienen motivos religiosos para vivir.

Pero, como leímos recientemente por medio de la “Internet”, todo esfuerzo de secularización requiere evangelizar con un gran vigor, por el bien del futuro de la Sociedad y de la Iglesia.

El secularismo actual tiende a reprimir toda clase de cultura, pensamiento y creencia. No nos hace enteramente libres; al contrario, nos oprime y nos hace esclavos para servir a otros dioses, llámense gobiernos, poderosos sistemas económicos y, hay que insistir en ello, medios de comunicación.

Cumplir con lo que nos pedía el Papa San Juan Pablo II referente a la “nueva Evangelización”, nos permitirá combatir al secularismo tan de moda en estos tiempos.

El secularismo actual tiende a reprimir toda clase de cultura, pensamiento y creencia. No nos hace enteramente libres; al contrario, nos oprime y nos hace esclavos para servir a otros dioses, llámense gobiernos, poderosos sistemas económicos y, hay que insistir en ello, medios de comunicación.

Por naturaleza, nuestra Iglesia Católica tiene un rostro y una presencia, que no solo pertenece al ámbito de nuestra individualidad, sino a vivir y actuar en una ambiente social, con la familia, en la escuela y en el trabajo.

La inteligencia y nuestro compromiso cristiano nos inclinan a dar a conocer a Dios, quien tiene el verdadero derecho (si se nos permite la expresión) a que se proclame en todo tiempo y lugar Su Amor y Su doctrina.

Ya son muchas las ocasiones en las que hemos declarado que no podemos guardar un silencio cobarde y temeroso. Es necesario insistir en ello. También nosotros podemos usar diversos medios de comunicación (primordialmente las “redes sociales”) para elevar nuestra protesta en contra de los que pretenden quitarnos nuestras creencias y exterminar toda clase de cultura.

El silencio favorece a los extremistas radicales y con el silencio, de cierta manera los estamos acompañando en esa obra.

Nuestro deber es boicotear toda noticia que nos hable del “progresismo” y el derecho (sin responsabilidad) a tantas libertades, pero no solo a boicotearlas sino a combatirlas y demostrar que verdaderamente queremos reconstruir la civilización del amor (el único amor que es verdadero, el de Dios). Tampoco elijamos a políticos corruptos y demagogos que se entregan primeramente al dios dinero, aunque según ellos dicen que tienden a procurar el bienestar de los ciudadanos.

Pero, antes que nada, los padres que tienen hijos pequeños o en la pubertad, tienen el deber y la obligación de vigilar todo lo que sus hijos e hijas ven en las “redes sociales”, habida cuenta de que el secularismo, incluido primordialmente el “movimiento gay”,  se ha valido de la pornografía para acabar con todo vestigio de religiosidad o creencia, como se señalaba líneas arriba.

En otras palabras, estamos llamados a Evangelizar, algo tan importante y valioso como lo fue en los primeros siglos del Cristianismo.

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