Ignorar la presencia del maligno es el verdadero peligro

Gabriel Amorth, fallecido en 2016,a los 91 años, fue un sacerdote entregado a una tarea peligrosa: los exorcismos.
Era conocido como el exorcista jefe del Vaticano y fundó La Asociación Internacional de Exorcistas en 1994, la única de esta índole aprobada por el Vaticano.
Su vida fue una auténtica cruzada contra el mal y los demonios.
Fue un pensador libre con alma valiente que dedicó toda su vida a ayudar a sus semejantes.
«Este clima de silencio en la Iglesia, de miedo a nombrarlo para no parecer oscurantistas o medievales, es muy peligroso, porque el diablo forma parte de la realidad». Así, afirmaba que hay un problema con la formación de los exorcistas. «Se menciona solo de pasada en los seminarios».

«La difusión del ocultismo y del satanismo ofrece desgraciadamente al mundo de hoy puertas y ventanas abiertas a la acción extraordinaria del demonio»

Fray Benigno Palilla, consejero de la Asociación Internacional de Exorcistas, subraya en este sentido que la insistencia del Papa en hablar del demonio, «en un momento en el que hay quienes en la Iglesia lo niegan», es muy útil: «La difusión del ocultismo y del satanismo ofrece desgraciadamente al mundo de hoy puertas y ventanas abiertas a la acción extraordinaria del demonio». Pero constata que no en todas las diócesis hay un sacerdote encargado de esta materia.

Gran parte de su trabajo es descartar problemas mentales, aunque la psiquiatría no debe usurpar su papel: «Las posesiones existen, y si se diagnosticaran como patologías psiquiátricas y se tratasen con fármacos, las víctimas nunca se curarían.