Significado de la coherencia

Somos coherentes cuando, al actuar, nuestra voluntad está de acuerdo con nuestro entendimiento, cuando nuestras palabras van de acuerdo con la verdad.

Coherencia significa que se tiene “cohesión”, término que se usa en física para significar la unión que se realiza entre dos substancias. Coherencia significará, por lo tanto, la unión. En el caso particular de los valores, podemos decir que somos coherentes cuando, al actuar, nuestra voluntad está de acuerdo con nuestro entendimiento; cuando nuestros actos están de acuerdo con nuestros principios; cuando nuestras palabras van de acuerdo con la verdad.

Sin caer en la obsesión, los papás deben darse cuenta de que sus hijos los ven constantemente, ¡y los juzgan!, porque juzgar es un acto natural del entendimiento. Si sus actos corresponden a las normas que a ellos les exigen, crecerán ustedes como padres ante sus hijos; pero si se dan licencias para actuar en contra de esas normas, sus hijos los descalificarán como padres o, lo que es peor, aprenderán que hay una doble moral, una para el que obedece y otra para el que manda. Y no son solamente los hijos quienes los vigilan: San Pablo dice que “somos espectáculo ante Dios, ante los ángeles y ante los hombres”.

La coherencia de nuestros actos y de nuestras palabras está sobre todo en orden al testimonio ante los demás, pero acrecienta también la buena opinión que de nosotros mismos tenemos, porque la conciencia es la primera en echarnos en cara nuestras incoherencias.

San Pablo dice que “somos espectáculo ante Dios, ante los ángeles y ante los hombres”.

Coherentes con nuestra fe

Así como es importante la coherencia de los papás ante sus hijos, es importante la coherencia de todos aquellos que tenemos la misión de guiar: políticos, policías, maestros, profesionales del micrófono, sacerdotes y laicos comprometidos, tenemos la obligación de ser coherentes ante los que servimos.

¡Cuánto daño ha hecho a la Iglesia el mal testimonio de algunos sacerdotes! El momento actual nos exige reforzar nuestra coherencia y actuar siempre conformes al Evangelio que predicamos.

El catolicismo tiene muchos enemigos: todos aquellos que ven en nosotros un impedimento para sus deseos. Pero, ¿no es cierto que nosotros mismos somos nuestros peores enemigos? Cuando un católico actúa incoherentemente, traiciona y agrede su propia fe.

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