Lo grande

En una de sus Encíclicas, el Papa Benedicto XVI dice que los seres humanos fuimos creados no para tener grandes comodidades, sino para ser grandes.

El autor del artículo donde hemos basado este tema indica que no debemos confundir el término “grandeza”, como sería la acumulación de poder, fama y un inmenso bienestar económico

El Papa citado se refería a la grandeza en relación  a la forma como podemos hacer grandes cosas, en primer lugar por Dios y en segundo término a nuestro prójimo, a través del amor y la caridad.

No hay mayor ejemplo que el de Jesucristo Nuestro Señor. Siendo Él Rey y creador del Universo entero, se hizo tan pobre que fue crucificado de una manera tan terrible y cruel que no nos la podemos imaginar. En la humildad de esa cruz, Nuestro Señor nos ha mostrado cuál es el camino hacia la grandeza que tiene un sinónimo: la magnanimidad. Santo Tomas de Aquino nos dice que con ella podemos tener un alma capaz de hacer cosas grandes y nos indica que Dios completa nuestro trabajo y todo lo que Él  crea, lo engrandece y en el momento que lo decida nos llevará a Su Reino, donde es incomparable Su Grandeza.

Así es que el primer proceso para alcanzar nuestros más grandes deseos y ver colmados nuestras esperanzas se refiere a dos cosas, como si fueran las dos cara de una moneda: la magnanimidad y la humildad y ésta comienza en el momento que entendamos que Dios inició esa llamada y que tan sólo podemos alcanzarla si tenemos un corazón humilde y predispuesto. Tratar de llegar a esa grandeza por nuestros propios méritos es imposible. “Nada podemos hacer sin la ayuda del Señor”.

La pregunta sobre este tema es la siguiente: Cuando vemos nuestro interior, ¿cómo sabemos qué tan grandes somos? Tal vez no podamos dar respuesta a esa pregunta debido a que malinterpretamos la humildad por creernos muy poca cosa o demasiado pecadores, pero nunca debemos olvidar que Dios perdona todo lo que con humildad le confesamos.

Puede suceder también que, como se indica en las primeras líneas de este tema, confundimos la grandeza con la idea de poseerlo todo, principalmente lo material y nos olvidamos que también tenemos un espíritu, mismo que, con la Gracia de Dios, nos conduce precisamente a ser magnánimos.