Beata
Gaetana Sterni
(1827-1889)
SU VIDA
Gaetana Sterni vivió toda su vida en Bassano del Grappa, antigua y alegre ciudad de la provincia de Vincenza (Italia). Alli llegó con su familia, a los 8 años, desde la cercana Cassola, donde nació, el… de junio de 1827. Su padre, Giovanni Battista Sterni, administraba las propiedades de campo de la familia Mora, nobles venecianos, e «Ca’Mora de Cassola», donde vivió holgadamente con su esposa Giovanna Chiuppani y sus 6 hijos. En 1835 se trasladó con su familia a Bassano. Al poco tiempo, algunas vicisitudes cambiaron las condiciones de vida de la familia Sterni. A los 18 años murió su hermana mayor, Margarita y después de una penosa enfermedad, murió su padre; mientras su hermano Francisco, en busca de una carrera artística se alejó de la familia, que por entonces, estaba pasando una critica situación económica. Estos hechos marcaron la vida de Gaetana, que crecía rápidamente, conviviendo con su madre los problemas de cada día.
Es inteligente, se muestra sensible y madura, llena de entusiasmo, «deseosa de amar y de ser amada».Su educación en la fé es sólida y apoyada por el testimonio de vida y enseñanzas de su madre, de la oración y frecuencia de los sacramentos. En su ambiente familiar adquirió estima y aprecio por su viva personalidad, llena de buen sentido y por su delicada femineidad. Estas, sus cualidades humanas, atrajeron la atención de un joven emprendedor, viudo y con 3 hijos que quiso hacerla su esposa. Valorando conscientemente sus sentimientos, la responsabilidad del matrimonio y haciendo caso omiso de su tutor, Gaetana, a los 16 años, aceptó ser la esposa de Liberale Conte. La joven esposa llena el nuevo hogar de vitalidad, serenidad y alegría. Cuando Gaetana sabe que espera un hijo, la felicidad de los esposos es completa. Un día estando en oración tuvo el presentimiento del inminente fallecimiento de su esposo. Su espíritu se sintió turbado y angustiado porque veía desaparecer la persona más querida de su vida. Al mismo tiempo, siente en lo más íntimo de su alma, la presencia de una fuerza espiritual que la fortalece para no caer en la desesperación y más bien, abandonarse completamente en Dios.
El presentimiento de la muerte de su esposo se hizo realidad, y Liberale Conte muere en la plenitud de su juventud, vigor y salud. La joven esposa vive momentos de terrible angustia no sólo por la muerte de su esposo, sino también por el dolor de sus hijos, de nuevo huérfanos y por la muerte prematura de su propio hijo que no conoció a su padre. Estos difíciles momentos de su vida, Gaetana los vive con confianza y completo abandono en el Señor, su única esperanza y fortaleza. El dolor y sufrimiento se renovaron cuando el hijo tan deseado y esperado murió a los pocos días de su nacimiento.
Inicia para Gaetana la prueba dolorosa de la viudez. La familia de su difunto esposo, no justificando el afecto que la une a los 3 hijos huérfanos, le hacen la vida imposible con sospechas, incomprensiones y calumnias, hasta llegar a separarla de sus hijos y alejarla de su querido hogar. A los 19 años, Gaetana regresa a la casa de su madre. No obstante esta prueba grande y dura, Gaetana olvidándose de sí, ayuda a sus hijos a comprender y a aceptar esta separación. Amable y segura defiende los derechos de sus hijos, perdona, comprende y logra la plena reconciliación con todos sus familiares. El sufrimiento no la desespera. Su fina y delicada sensibilidad se hace presencia misericordiosa y solidaria.
Jamás había pensado hacerse religiosa. Mirando al futuro y en el silencio de la oración pide a Dios le haga conocer cuál es el esposo que Dios quiere para ella. Precisamente en la oración comprende con claridad meridiana que es Dios mismo quien quiere «ser el único esposo de su alma». Grande fué la sorpresa de Gaetana. En diálogo con su confesor, éste le asegura, que se trata de una auténtica llamada de Dios. Por tanto, pide ingresar en el convento de las Canosianas de Bassano, siendo aceptada como postulante y donde solamente vive felizmente 5 meses. Estando en oración tiene el presentimiento de la vecina muerte de su madre, y se prepara espiritualmente a esta nueva prueba de su vida. Pocos días después, muere su madre y Gaetana tiene que dejar su querida comunidad y convento para cuidar y velar por sus hermanos menores. Pasan años afrontando dificultades, enfermedades, sinsabores y estrecheces económicas. No obstante todo esto, logra darse una forma de vida que la sostiene y fortalece espiritualmente.
Consultando nuevamente a su confesor y en asidua oración para conocer cuál es la voluntad de Dios, Gaetana comienza a entrever que Dios la quiere totalmente dedicada al servicio de los pobres y necesitados. Gaetana recuerda y no puede olvidar, que durante su breve permanencia con las Canosianas al mismo tiempo que presentía la ya cercana muerte de su madre, comenzaba a intuír que Dios mismo, la estaba preparando para el hospicio y allí «entregar toda su vida al servicio de los pobres y así cumplir su voluntad». Por mucho tiempo conserva oculta en su corazón esta llamada de Dios que no se atreve a manifestarla a su confesor, porque le parece una llamada extraña y exigente. Finalmente cuando abre su espíritu a su confesor, este no le da mucha credibilidad. No obstante la actitud del confesor, Gaetana cada vez que ve y encuentra un pobre en el hospicio, siente de nuevo la invitación del Señor: «te quiero entre mis pobrecitos». A esta invitación, Gaetana se dice a sí misma: «la idea del hospicio siempre me persigue». En 1853 «sólo por hacer la voluntad de Dios» se da al servicio de los pobres en el hospicio de su ciudad, que por entonces contaba 115 huéspedes, «en su mayoría víctimas de una vida desordenada y del vicio». Allí permanece 36 años hasta el día de su muerte, entregada completamente al servicio de los pobres con infatigable caridad. En las noches de vela junto al lecho de los moribundos, en los servicios más humildes a los ancianos y enfermos, Gaetana era toda, abnegación, dulzura, suavidad y ternura, con la firme convicción de servir a Dios mismo en cada pobre y en cada necesitado.
Con gran confianza en Dios y con un gran deseo de ser toda de El, buscó hacer y cumplir en todo, sólo su voluntad. A los 33 años y con la aprobación de su confesor, Don Simonetti, hizo el voto de donación total de sí misma a Dios, «dispuesta a aceptar lo que Dios quiera disponer para ella». Con ilimitada confianza se abandona en las manos de Dios, «débil instrumento del cual Dios se sirve para sus designios». Atribuye sólo a la Divina Providencia el nacimiento de su congregación que surge en la simplicidad y en el ocultamiento, con la profesión de sus dos primeras compañeras en 1865.
El nombre de «Hijas de la Divina Voluntad», interiormente inspirado a Gaetana, para ella y para sus seguidoras, indica la característica propia que siempre las debe distinguir: «uniformidad en todo a la Divina Voluntad, mediante un total abandono en Dios y un santo celo por el bien del prójimo, dispuestas si fuera necesario a sacrificarse totalmente». Como ella, sus primeras compañeras animadas por el mismo espíritu, se consagraron a la Voluntad de Dios y se dedicaron al servicio de los pobres del Hospicio, al prójimo necesitado, especialmente con la asistencia de los enfermos a domicilio y con otras obras de caridad, según las necesidades particulares del momento. El obispo de Vicenza aprobó las primeras reglas de la congregación en 1875.
Gaetana muere el… noviembre de 1889, amorosamente asistida por sus hijas y venerada por sus conciudadanos. Sus restos mortales son venerados en la Casa Madre. Desde sus inicios la Congregación de las Hijas de la Divina Voluntad se ha multiplicado y difundido, siendo presente actualmente en Europa, America y Africa. El camino de santidad de Gaetana Sterni, es esencialmente un itinerario espiritual que se puede y debe proponer a todo cristiano: cumplir en todo y siempre lo que agrada al Señor, entregándose a El, con ilimitada confianza, para cambiar con la sola fuerza del amor, el mal en bien, siguiendo el ejemplo de Jesús.
(Biografía del Vaticano)